martes, marzo 24, 2009

LE JARDIN DES TUILERIES.




Fuimos a una libreria inglesa y de golpe me encontré con el jardín de Tulerias. Situado entre la Plaza de la Concorde y el museo del Louvre. Es el jardin más antiguo de Paris.
Recuerdo bajar unas escaleras y ver a un chico sentado en una silla con los ojos cerrados mientras tomaba el sol. Después, yo misma terminé adoptando la misma postura que él. Era algo casi irresistible. Buscamos un lugar estratégico frente a un pequeño lago con vistas directas a la torre Eiffel y a la plaza de la Concorde. Y allí me dejé caer y me abandoné al placer de observar a mi alrededor los movimientos, la vida de otras personas discurrir. Un árbol agitaba sus ramas sobre mi cabeza mientras las palomas se acercaban con cautela hasta mi silla buscando algo para picotear. Un hombre frente a mi me dedicó una sonrisa. Una pareja se comía a besos en un banco, en un mundo donde todo el mundo eran ellos dos. Una mujer acunaba un bebé. Niños dando saltos y corriendo,todos buscando un trocito de cielo personalizado, el abrazo del sol, la caricia de la brisa, la paz del alma, el sosiego del espíritu, el remanso del agua, un lugar que se detiene en el tiempo, un momento que se graba en la memoria para revivirlo cuando sea necesario un respiro, para sentirlo ahora si es preciso, para volver a lo pasado aunque ya haya sido vivido...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estar tumbado, cerrar los ojos, apagar la mirada y poco a poco perderse en el espacio, ver sólo una luz a través de los párpados, sentir su calor en la piel y no cegarse con sus rayos, notar la brisa en la cara y oir susurros de la persona amada. Despertarse, sin decirse nada cogerse de la mano y sin pérdida de tiempo, subirse en una noria como así lo hacen los enamorados.

Pregunta:

¿Que tienen en común estos dos parques?, Le Jardin des Tuileries y el de Guggenheim de Bilbao.

Anónimo dijo...

No quiero que el comentario sea anónimo, anónimo si, pero....

Los Santos Inocentes.

Lorena dijo...

Que bonito...
Bueno, la pregunteja, la he pensado pero no obtengo respuesta porque no conozco el Guggenheim de Bilbao y tendré que ir aunque sea solo para responderte.
Anónimo no eres porque aunque no pongas la famosa firma que me tiene dando vueltas a la cabeza, ya sé que eres tú. A ver si el 28 de diciembre me dices aunque sea tú nombre y ya no eres tan anónimo. Un abrazo y gracias por compartir ese pensamiento tan hermoso.